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Entre virus y rejas

 

Nadie recuerda cuándo empezó, nadie sabe cuándo terminará, el miedo, la incertidumbre y la angustia se apodera de las personas, nadie sale, nadie ríe, nadie se toca. Las calles están vacías y los hospitales están llenos, nadie sabe cuándo empezó, y nadie sabe si algún día terminará.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

                                                                                                                             Hacinamiento en cárcel la Modelo, imagen tomada de: EL TIEMPO 

 

 

El coronavirus o también llamado COVID-19 se ha encargado de colapsar varios sistemas de salud en distintos países, ha aislado a las personas y ha cobrado miles de vidas; todo esto gracias a que es una familia de virus que puede ir desde un resfriado común hasta enfermedades respiratorias severas, que en caso de no ser tratadas pueden llegar a causar la muerte. Durante varias semanas las personas fueron testigos de cómo el COVID-19 se expandía de manera exponencial en China, sin imaginar que llegaría a casi todos los rincones del mundo.

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El Ministerio de Salud colombiano confirmó el primer caso de coronavirus en el país el 6 de marzo, se trataba de una joven de 19 años procedente de Milán, Italia, quien presentó síntomas y se sometió a varias pruebas que dieron positivas para este virus. Desde ese momento, el presidente Iván Duque se comprometió a tomar las medidas necesarias para evitar la propagación de este, sin embargo, muchos de los ciudadanos se mostraron inconformes con las decisiones del mandatario.

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En la primera semana posterior a esto las personas continuaron con su rutina, los niños iban a los colegios, los jóvenes a las universidades y los adultos a sus trabajos, si bien conocían la situación, aún no era tiempo de actuar de manera drástica. Cada quien elegía de qué manera cuidarse: algunos se encargaron de comprar tapabocas y antibacterial hasta el punto de escarcearlos, otros empezaron a dejar a un lado la interacción social y ya no tocaban a otras personas, finalmente otros prefirieron llevar a cabo un sublime acto de desinfección y prevención, lavando sus manos con agua y con jabón.

En la segunda semana apareció el caos, a medida que pasaba el tiempo los casos eran cada vez más, las personas empezaron a crear y difundir olas de desinformación generando pánico colectivo, los colegios y las universidades cerraron sus instalaciones y las empresas empezaron a mandar a la gente para las casas o a despedirlos. El Gobierno se declaró en Estado de Emergencia y decidió cerrar las fronteras con otros países para que el virus no se siguiera esparciendo, sin embargo, los colombianos exigían más garantías para su salud, exigían el cierre inmediato del aeropuerto El Dorado de Bogotá, el cual había registrado varios vuelos provenientes de Italia y España, países al borde del colapso gracias al COVID-19.

Durante esa semana las personas empezaron a comprar desmesuradamente en los supermercados por miedo a la escasez de productos, además, muchos sentían que su sistema de salud no estaba preparado para la pandemia a la que se estaban enfrentando.

Algunos alcaldes de las distintas ciudades del país decidieron implementar una cuarentena preventiva sin autorización del presidente, quien manifestó su inconformismo ante esto y recibió varias quejas al respecto, el país estaba inconforme con él, en redes sociales nadie parecía entender sus planes, las personas se quejaban, dudaban y se sentían desprotegidos.

El viernes 20 de marzo el presidente Iván Duque reitera su compromiso con la ciudadanía, declara que el país deberá cumplir con una cuarentena nacional hasta el 13 de abril y el país estalla en opiniones.

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El Dane reveló en 2019 que en Colombia cerca de 5,6 millones de habitantes viven de trabajos informales, las calles están llenas de personas tratando de buscar el diario vivir, muchos no tienen un techo seguro y tienen varias bocas que alimentar. Pero, en medio de una cuarentena ¿qué pasará con esas personas?, en redes sociales los colombianos plasmaron muchos cuestionamientos en cuanto a este tema: ¿qué pasará con las familias vulnerables?, ¿cómo van a subsistir los colombianos que no tienen más ingresos aparte de su trabajo?, ¿las empresas deberán pagar las nóminas, aunque nadie trabaje?, ¿qué pasará en esos 19 días?, ¿serán realmente solo 19 días o se extenderá? 

Países como Estados Unidos suele aislarse durante varias semanas mientras pasa el invierno, países como Colombia nunca había enfrentado algo así; las personas no pueden salir por seguridad, pero las personas deben salir para generar dinero y vivir. La corrupción ha marcado durante varios años al pueblo colombiano, el déficit en sistemas de salud o protección a los ciudadanos es claro en esta situación, el Gobierno intenta hacer su mayor esfuerzo, pero no es suficiente, no puede proteger a todas las personas.

Mientras muchas personas deben resguardarse en sus hogares, también están quienes, desde hace días, meses o años se encuentran recluidos en los centros penitenciarios del país. Privados de su libertad y algo temerosos por su salud, reclusos de algunas cárceles del país organizaron motines en la noche del 21 de marzo, unidos y casi que al mismo tiempo se enfrentaron a los agentes del Inpec con armas, queriendo manifestar no solo su inconformidad con los protocolos que se están llevando a cabo para prevenir el contagio del coronavirus, sino también las paupérrimas condiciones en las que se encuentran recluidos.

 

En Colombia la mayoría de las cárceles no dan abasto, el hacinamiento está fuera de control y los presos deben compartir celda con más personas de los estipulado. Un cuarto con varios camarotes y un baño no es el lugar más adecuado para que convivan más de 20 o 30 personas, esto sumado a la falta de higiene y la mala calidad de la comida en la cárcel, no garantizan una buena calidad de vida para ninguna persona.

El caos desatado en la cárcel La Modelo de Bogotá consistía en motines, manifestaciones, incendios e incluso balaceras por parte de los reclusos hacia los funcionarios estatales; además de portar armas los presos tenían celulares donde estaban grabando los hechos, y posteriormente esos contenidos fueron publicados en distintas redes sociales.  

Las denuncias que se podían evidenciar en los videos eran exigencias en cuanto a temas de salud, mayor efectividad en temas judiciales y soluciones al hacinamiento inhumano que estaban viviendo. En medio del desespero y el miedo a ser nuevamente detenidos, muchos manifestaron estar preocupados por la posibilidad de poder resultar contagiados por el COVID-19.

 

Restringir las visitas a los presos era hasta el momento la única medida que se había tomado para evitar que ellos resultaran contagiados, nadie les brindó tapabocas o antibacterial para que se previnieron, y nadie pensó en reorganizar los centros penitenciarios de manera que no quedaran tantas personas juntas en una celda y el contagio fuera más fácil. Estas eran sus denuncias.  

En total fueron 13 cárceles del país las que alteraron el orden público, así lo denominó la Ministra de Justicia Margarita Cabello, quien no vio estas denuncias como tal, sino como una fachada para llevar a cabo varias fugas masivas en todas las cárceles. Esto dividió la opinión de los colombianos, estaban los que creían que en realidad eran personas temerosas exigiendo garantías para su salud y estaban quienes creían que era un intento de fuga.

Las calles estaban vacías y en silencio, sin embargo, dentro de los centros penitenciarios se escuchaban gritos de injusticia y afuera gritos de desespero, familia y amigos de los presos también se hicieron sentir y pasaron por alto varios puestos de control de la policía, llevados por el miedo a que sus seres queridos hubieran podido resultar heridos, agredieron a varios policías queriendo obtener información. Los resultados fueron lágrimas e impotencia por los 23 muertos y 82 heridos, desde el Gobierno se esperan garantías para que esto no suceda nuevamente, y desde las celdas se espera que nada haya sido en vano.

El encierro continúa, las personas que gozan de su libertad están obligados a permanecer en sus hogares por el bien de su salud. China está libre del virus, el resto de los países no; Italia, España y Estados Unidos sufren cada día cientos de pérdidas, los sistemas de salud colapsan y Colombia en tan solo dos semanas presenta más de 200 casos.

 

El miedo se apodera no solo de los colombianos sino de todo el mundo, nadie sabe con certeza cuándo empezó esto y nadie sabe cuándo terminará, los días pasan y cada vez son más los contagiados, las fronteras se han cerrado y las personas se han aislado. Nadie ríe, nadie sale y nadie se toca por miedo a contagiarse, muchos guardan la esperanza de que esto termine pronto y otros saben que posiblemente esto no termine muy bien, pero la esperanza es lo último que se pierde. 

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